Nuestros datos como materia prima y nosotros como persona digital

Nuestros datos como materia prima y nosotros como persona digital

*** (English version below) ***

La “plataformización de la economía de vigilancia” se basa en la captura masiva de datos personales (big data), en la capacidad de predecir patrones (data mining) y en la comercialización de sus resultados (productos predictivos) como fuente de la riqueza digital en una economía en la cual prima el intercambio de bienes virtuales.

Nuestras experiencias personales en las múltiples aplicaciones y programas de software que utilizamos a diario son convertidas en materia prima y transformadas en datos de comportamiento.

Una parte pequeña de esos datos se utilizan para mejorar el servicio de las aplicaciones y el resto se considera “excedente de comportamiento” del usuario.

Dichos excedentes que ya no son datos sino “metadata” alimentan los algoritmos en un paralelo a lo que sería un “proceso de producción digitalizado administrado por “machine learning” (rama de la inteligencia artificial que identifica patrones de comportamiento).

El producto que sale de esa cadena de producción son las predicciones que anticipan las futuras acciones de cada usuario y lo perfilan como “persona digital”.

Dichos “productos predictivos” se convierten en bienes digitales intangibles que se comercializan en un “mercado de futuros de comportamientos sociales”. 

La “economía de vigilancia” se enriquece con los beneficios que genera el excedente de comportamiento .

Los datos personales son la moneda de dicha economía de vigilancia y la gratuidad en su obtención la convierte en la materia prima sobre la cual se construyen las plataformas digitales.

A partir de procesos de inferencia y correlación, las plataformas se apropian de nuestros datos y perfilan una “persona digital” que alimenta las lógicas de segmentación con los cuales, a través de ingeniería social, influyen o persuaden nuestro comportamiento como consumidores o como ciudadanos e invaden nuestro derecho a la privacidad.

Las fuentes de datos de las cuales abreva el algoritmo son diversas. 

Las más evidentes son las transacciones de comercio electrónico, nuestros consumos digitales y de streaming y el historial de navegación en Internet. 

Pero hay una gran cantera adicional de donde extraer nuestros datos personales para perfilarnos como son los sensores de nuestros dispositivos y “wearables” (reloj inteligente, dispositivos de fitness), los registros de desplazamientos y lugares visitados de nuestros teléfonos, calificaciones crediticias y bancarias, datos que aportamos en supuestos concursos y promociones, tarjetas de fidelidad de comercios minoristas y todos nuestros consumos con tarjetas de crédito y débito.

Los datos personales son el principal recurso de la economía de vigilancia plataformizada y cada uno de nosotros es un “trabajador ad honorem” que, sin saberlo, aporta esa mercadería para su comercialización y utilización en campañas de marketing, en votaciones electorales o hasta en análisis de agencias de inteligencia.

En una economía digitalizada el valor económico de una organización está influido por la valoración de su fondo de comercio, un intangible fundado en el algoritmo, la inteligencia artificial y la automatización. 

En consecuencia, en el necesario rediseño del sistema tributario en el marco de la plataformización de la economía, la capacidad contributiva de una empresa digital también debiera basarse en su fondo de comercio, en su capital intelectual y el valor en el mercado de aquellos intangibles (datos, algoritmos, patentes, marcas, know how y productos predictivos) que explota económicamente.

Estos intangibles se construyen a partir de datos personales que se han apropiado del dominio público sin abonar contraprestación alguna por ellos. 

Hasta aquí podemos afirmar que, desde una visión legal en general y, en específico desde la faz propiamente tributaria, la economía de plataformas es un ámbito no regulado aún y que no tributa por la riqueza que genera con nuestra mano de obra.

Los invito a compartir sus comentarios.

Saludos, Rodrigo

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Puedes leer las notas previas en: https://trabajodecenteinclusionsocial.blogspot.com/

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*** (English version) ***

Our data as raw material and we as a digital person

The “platformization of the surveillance economy” is based on the massive capture of personal data (big data), on the ability to predict patterns (data mining) and on the commercialization of its results (predictive products) as a source of digital wealth in an economy in which the exchange of virtual goods prevails.

Our personal experiences in the multiple applications and software programs that we use every day are converted into raw material and transformed into behavioral data.

A small part of this data is used to improve the service of the applications and the rest is considered "behavior surplus" of the user.

These surpluses, which are no longer data but "metadata", feed the algorithms in a parallel to what would be a "digitized production process" managed by "machine learning" (a branch of artificial intelligence that identifies behavior patterns).

The product that comes out of this production chain are the predictions that anticipate the future actions of each user and outline them as a “digital person”.

These "predictive products" become intangible digital goods that are traded in a "futures market of social behaviors".

The “surveillance economy” is enriched by the benefits generated by behavioral surplus.

Personal data is the currency of this surveillance economy and its free collection makes it the raw material on which digital platforms are built.

Based on inference and correlation processes, the platforms appropriate our data and outline a “digital person” that feeds the segmentation logics with which, through social engineering, they influence or persuade our behavior as consumers or as citizens and they invade our right to privacy.

The data sources from which the algorithm draws are diverse.

The most obvious are e-commerce transactions, our streaming and digital consumptions, and internet browsing history.

But there is a large additional quarry from where to extract our personal data to profile ourselves such as the sensors of our devices and “wearables” (smart watch, fitness devices), the records of trips and places visited from our phones, credit and bank ratings, data that we provide in alleged contests and promotions, loyalty cards of retail stores and all our consumption with credit and debit cards.

Personal data is the main resource of the platform surveillance economy and each one of us is an “ad honorem worker” who, without knowing it, contributes that merchandise for its commercialization and use in marketing campaigns, in electoral votes or even in analysis of intelligence agencies.

In a digitized economy, the economic value of an organization is influenced by the valuation of its goodwill, an intangible based on algorithm, artificial intelligence and automation.

Consequently, in the necessary redesign of the tax system within the framework of the platformization of the economy, the taxable capacity of a digital company should also be based on its goodwill, its intellectual capital and the market value of intangibles ( data, algorithms, patents, trademarks, know-how and predictive products) that it exploits economically.

These intangibles are built from personal data that have been appropriated from the public domain without paying any consideration for them.

So far we can affirm that, from a legal perspective in general and, specifically from the tax aspect itself, the platform economy is an area not yet regulated and that it is not taxed by the wealth it generates with our workforce.

I invite you to share your comments.

Greetings, Rodrigo


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