Invertir en primera infancia también incide en el bono demográfico

Hemos señalado como otros indicadores adicionales que alertan sobre el agotamiento del bono demográfico como la caída en la tasa de fecundidad menor al valor de reemplazo, mayores tasas de desocupación y de informalidad laboral femenina y el aumento de la pobreza infantil.
Hay muchas más lecturas para hacer de estos números, primero que la decisión de formar una familia aumenta las probabilidades de caer bajo la línea de pobreza y, en consecuencia, la decisión de tener hijos, postergarlo y conciliarlo con un empleo en muchos casos puede ser incidida por las posibilidades y redes con las que cada familia cuente. Sumado a ello crece la proporción de mujeres que son cabeza de familia y eso, a la larga, limita las posibilidades para el desarrollo infantil de esos niños y niñas que se criarán con otras personas porque todos los adultos trabajan gran cantidad de horas fuera del hogar.
Hoy nadie debiera ya discutir que la acumulación de capital humano empieza desde la primera infancia, ni tampoco que deban impulsarse campañas para que los padres pasen tiempo con sus hijos o que deban favorecerse políticas públicas que concilien los horarios laborales con el tiempo dedicado a la familia. En tal sentido, no es algo solamente copiar una “moda” de otros países el asegurar las licencias por maternidad, paternidad y adopción y la creación de espacios lactarios en los lugares de trabajo (DELOITTE UNIVERSITY PRESS, 2017).
Por otra parte, el Estado tiene un rol importante en crear nuevos espacios de primera infancia, haciendo accesible la matrícula pública para los sectores de menores ingresos, ya que las familias de mayores recursos hoy se aseguran el acceso a estos espacios (generalmente a través de establecimientos de gestión privada).
Asimismo, ante la extensión de la vida laboral de los adultos mayores, todos percibimos cómo crece la concurrencia de niños que “acompañan” a sus padres al trabajo, por ejemplo, el día que no hay clases en la escuela o los docentes tienen jornadas de capacitación y perfeccionamiento. Esos niños en décadas previas eran cuidados por los “abuelos”, pero hoy deben pensarse otras estrategias (espacio guardería en el trabajo, doble jornada escolar, subsidio económico para contratar personas que puedan cuidar a los niños), reducción de la jornada para responsables de menores o posibilidad de elegir una modalidad de teletrabajo.
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Saludos a todos, Rodrigo

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