Las cámaras y sindicatos están llamados a desempeñar un rol importante en el aprendizaje profesional de calidad y el primer empleo juvenil

Previamente señalamos que casi el 42% de la población de entre 16 y 24 años presenta problemas de inserción socio-laboral. Esto tiene consecuencias graves para el futuro de los jóvenes. 
La informalidad del primer empleo es un predictor importante de trayectorias de exclusión: impacta negativamente sobre los ingresos futuros, sobre la probabilidad de tener un trabajo decente en su vida profesional y, finalmente, de acceder a una jubilación digna.
Frente a este panorama se suma la futura obsolescencia del currículo escolar, lo que hoy se aprende en la escuela quedará desactualizado cuando esos jóvenes culminen su trayectoria y busquen un empleo. Esta brecha entre lo que el mercado interno de trabajo demanda y lo que la educación formal les ofrece se agranda si los contenidos educativos llevan años, sino décadas, sin ninguna revisión ni actualización. 
A los jóvenes en las entrevistas de primer empleo se les piden conocimientos técnicos y capacidades cognitivas, sociales y emocionales mucho mayores que los requeridos para el puesto, pero, en muchos casos, no se les ofrece protección social ni condiciones decentes, haciéndoles “pagar el derecho de piso”. 
Las cámaras empresariales y los sindicatos de trabajadores tienen un papel importante en ofrecer a los jóvenes aprendizaje profesional de calidad y su primera oportunidad de trabajo, pero se debe remunerar el primer empleo respetando el principio de igual remuneración por igual tarea. Ya hemos vivido etapas previas donde se abusó de la figura de las pasantías para encubrir la precarización laboral de los jóvenes. 
En este contexto es necesario diseñar programas que apoyen con firmeza a los jóvenes en esta transición para que puedan integrarse en los mercados de trabajo y convertirse en miembros activos de nuestras sociedades. Las oportunidades de trabajo decente de los jóvenes no las va a ofrecer el mercado por sí solo si no hay incentivos a programas de primer empleo y de apoyo a jóvenes emprendedores.
Para resolver esta situación urge asegurar el acceso al aprendizaje permanente de los jóvenes sin empleo, educación o formación para garantizar su inclusión social.
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Saludos a todos, Rodrigo

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