La transición hacia la nueva normalidad del trabajo nos plantea diversos desafíos

La transición hacia la nueva normalidad del trabajo nos plantea diversos desafíos.
En lo más urgente un desafío es fortalecer los sistemas de seguridad social para garantizar la cobertura universal de pisos mínimos de protección desde el nacimiento a la vejez para todos los trabajadores en todas las formas de trabajo, incluido el empleo por cuenta propia, sobre la base de una financiación sostenible y los principios de solidaridad y reparto de riesgos (OIT, 2018b). Este, tal vez, sea el desafío más complejo en un contexto en el cual caen la recaudación tributarias y las cotizaciones a la Seguridad Social que financian dichas prestaciones de protección social cuando, en contrapartida, aumenta la demanda de esa cobertura.
Otro desafío es el asegurar el derecho a la capacitación permanente y al reentrenamiento profesional continuo de los trabajadores para que puedan adquirir competencias, perfeccionarlas y adaptarse profesionalmente a las nuevas condiciones de empleabilidad y demandas del mercado de trabajo. Capacitar para la empleabilidad es la mejor manera de apoyar a las personas en las diversas transiciones que afrontarán ante los cambios en los trabajos en la nueva normalidad del empleo. 
Pero acompañar estas transiciones implica también la combinación de nuevas regulaciones laborales para impulsar mercados eficientes, junto al diseño adecuado de políticas de formación y capital humano que aseguren la reasignación de trabajadores a otras actividades que tengan exigencias de calificación similares y demanda en aumento, evitando una dispersión salarial y de empleo excesivas (OCDE, 2013). Una reacción tardía ante la nueva normalidad del trabajo puede desviarnos del objetivo del trabajo decente. Como alertamos previamente, ante la falta de una regulación adecuada y la asunción de buenas prácticas empresariales, los sitios web de trabajo en plataformas virtuales de micro tareas y el trabajo mediante aplicaciones que conforman la economía de plataformas podrían reflotar prácticas laborales precarizantes propias de principios del siglo pasado y generar futuras “castas” de trabajadores de segunda categoría.
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Saludos a todos, Rodrigo

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