La transición demográfica y el cuidado de la “casa común” incidirán en el futuro de los empleos en la nueva normalidad

Los desafíos que enfrentamos en la transición hacia la nueva normalidad del trabajo postpandémico (mayor demanda de prestaciones, menores ingresos públicos, nuevas regulaciones, acompañar a las personas impactadas por los cambios) no se dan en un vacío, sino que otros elementos del contexto interactúan también.
Por una parte enfrentamos la transición demográfica relacionada con el creciente envejecimiento de la población y con el desempleo juvenil. En el caso de Argentina el proceso de envejecimiento poblacional es mucho más lento que en la mayor parte del resto de los países de América Latina, en parte porque Argentina ya tiene una población envejecida, y en los próximos 30 o 40 años, si bien el proceso continuará, se espera que lo haga a un ritmo relativamente lento (INDEC, 2013). El actual envejecimiento de la población y la mayor esperanza de vida someten a una mayor presión a los subsistemas de seguridad social y de salud en la medida en que su cobertura tiende a la universalidad e inclusión de todos los potenciales ciudadanos (jubilación contributiva por vejez y pensión universal del adulto mayor).
Otra transición a considerar es la preocupación por el cuidado de la “casa común” (FRANCISCO, 2015), imponiéndose la necesaria conversión de las tecnologías que degradan el hábitat y las crecientes regulaciones ambientales que los gobiernos van dictando en consecuencia. La evolución a nuevas industrias que respeten el planeta y que disminuyan la huella sobre el cambio climático va a tener también un impacto importante sobre los mercados de trabajo internos y la relocalización o declinación de ciertas explotaciones no “amigables” con su entorno. Por su situación geográfica y estructura productiva, Argentina es uno de los países más afectados por el calentamiento global. En los últimos 50 años el aumento promedio de las temperaturas en el país alcanzó medio grado, preocupando especialmente el caso particular de la Patagonia, donde superó un grado. El cambio climático se considera la principal amenaza para la salud mundial del siglo XXI (OMS, 2019) y sus consecuencias son inmediatas (propagación de enfermedades endémicas transmitidas por vectores, sequías, inundaciones, pérdida de cosechas e inutilización de suelos antes fértiles, escasez de agua potable y para riego, dificultades para la generación de energía hidroeléctrica).
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Saludos a todos, Rodrigo

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