La robotización y automatización van más allá de los robots industriales

El informe anual del Banco Mundial de 2016 concluye que, para el caso de Argentina, más del 64% de los empleos son susceptibles de ser automatizados. ACEMOGLU y RESTREPO (2018) plantean que la mayor abundancia de mano de obra derivada de la automatización genera un incentivo para que las empresas desarrollen nuevas tareas que aprovechen esos recursos humanos en una gama más amplia de tareas. Aunque está por verse si las remuneraciones que se les reconocen a esos trabajadores son similares o menores a las que percibían antes.
Otro aspecto relacionado es la robotización de procesos. El primer fenómeno de robotización son los robots industriales, principalmente en los sectores automotriz, electrónico y metalúrgico. En dichas actividades hoy se observa el fenómeno de la robotización y la “cobotización”, es decir la convivencia entre personas humanas y robots, lo que redunda en algunas industrias, en aumentos significativos de productividad, reducción de riesgos laborales y accidentes de trabajo, pero tiene su impacto en un menor empleo de trabajadores humanos.
La robotización facilita además la re-localización de ciertas factorías de un país a otro ante conflictos comerciales (de China a otros países del sudeste asiático) o de regreso a sus países de origen cerca de los centros de consumo, ya que los salarios bajos dejan de ser un factor excluyente para competir en las cadenas globales de valor, aunque si lo sigue siendo el costo del transporte, las distancias, el consecuente tiempo de respuesta ante la variación de la demanda y la acumulación de stocks ante frenos imprevistos de la economía como ha sucedido recientemente con el parate de las factorías asiáticas a raíz de las medidas sanitarias de restricción originadas en la pandemia.
Pero la robotización de procesos es mucho más que robots industriales y también abarca a la automatización robótica de tareas y procesos (RPA) en la cual robot de software opera en la interfaz de usuario de forma similar a como lo haría un usuario humano. La automatización robótica de procesos no tiene lugar solamente en trabajos repetitivos o de baja calificación, sino que también se da en ciertas actividades rutinarias, en algunos casos incluso en tareas sofisticadas o que requerían personas con cierta formación profesional, como los bibliotecarios, traductores o agentes de viaje. O en el caso de la Administración Tributaria en los complejos procesos de recaudación y distribución de fondos de la seguridad social, el procesamiento de formularios, el cruzamiento de datos, la indexación y búsqueda de registros, la estructuración de información desestructurada originada en regímenes de información diversos y el monitoreo de transacciones.
Toda automatización, en la medida que impacte sobre el nivel empleo, también tendrá incidencia sobre la recaudación de tributos, especialmente sobre las cotizaciones a la Seguridad Social que se calculan sobre la nómina salarial. En algunos ámbitos se ha comenzado a plantear la idea de cobrar un impuesto a los robots para compensar la caída de las cotizaciones a la seguridad social de los trabajadores que perderán su empleo. Cualquier diseño fiscal que busque compensar la pérdida de ingresos y el aumento de las prestaciones a cubrir por el sistema de protección social, más allá de evaluar su dificultad técnica de imposición, requiere además un debate serio que considere, entre otros aspectos, si el sistema tributario favorecerá la inversión en capital por encima de la inversión en capital humano.
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Saludos a todos, Rodrigo

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