La crisis es una oportunidad para repensar el cambio cultural y la empleabilidad como ejes de responsabilidad social corporativa

Si hablamos de acompañar a las personas en las transiciones, no podemos quedarnos encandilados con lo novedoso de las tecnologías sino que debemos comprender que el pilar que sostendrá esas transiciones no es meramente técnico (hacer) sino principalmente cultural (ser).
  Siguiendo con esta analogía, como ya señaláramos al referirnos a los factores endógenos y exógenos asociados al desempeño del gobierno electrónico, ningún cambio en el "hacer" técnico será sustentable si no se solucionan las cuestiones culturales propias del “ser”. 
  Estas cuestiones del ser son de naturaleza ética (calidad de actitudes y conductas), axiológica (estructura de valores), teleológica (prosecución de objetivos) y praxeológica (formas y estilos de actuación) y no se resuelven solamente con grandes inversiones en desarrollos tecnológicos (TESORO, ARAMBARRI Y GONZÁLEZ CAO, 2002).
  Considerar el necesario cambio cultural implica transformar cómo pensamos y diseñamos los programas que acompañarán a las personas en las transiciones, empezando por asumir que la empleabilidad, entendida como la destreza de obtener un empleo decente, debe ser concebida como el nuevo eje de la Responsabilidad Social Corporativa, tanto a nivel empresarial como estatal.
A nivel empresarial decimos que una empresa es socialmente responsable cuando en su proceso de toma de decisiones valora el impacto de sus acciones en la comunidad, en los trabajadores y en el medio ambiente, e incorpora efectivamente sus intereses en sus procesos y resultados. En este marco debemos entender a la responsabilidad social corporativa como la contribución que realizan las empresas al mejoramiento social, económico y ambiental conciliando la eficacia empresarial con principios sociales de democracia, apoyo a la comunidad y justicia distributiva, justificado en que ello mejora su situación competitiva y su valoración por parte de la sociedad.
Enfrentamos desafíos combinados que exigen respuestas colectivas. El diálogo social y la negociación colectiva desempeñan un papel clave en el fomento de la resiliencia y la adaptación. Los acuerdos de transición entre las cámaras empresariales y las agremiaciones de trabajadores en el plano sectorial pueden facilitar una intervención temprana, asesoramiento adecuado y ayuda financiera oportuna (OIT, 2017d).
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Saludos a todos, Rodrigo

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