Cinco habilidades blandas para no repetir los errores de crisis previas y asegurar la empleabilidad

El estudio de NESTA y Oxford Martin School (BAKHSHI, DOWNING, OSBORNE y SCHNEIDER, 2017) que identifica las ocupaciones que serán digitalizadas en el corto plazo y las que crecerán en importancia de mano de la tecnología, cuando describe habilidades útiles para los futuros empleos no se refiere a “habilidades duras” sino a “habilidades blandas”.
Entre ellas privilegia cinco habilidades que considera necesario desarrollar:
Capacidad de toma de decisiones: tener la capacidad de sopesar las ventajas y desventajas de las opciones viables para poder elegir cuál es la mejor.
Amplitud de miras: Ser capaz de desarrollar más de una idea en torno a un tema establecido. Valorando la cantidad de ideas aún por sobre su calidad, si son pertinentes o novedosas.
Aprendizaje activo: adquirir estrategias para aprender, seleccionando y utilizando métodos de educación y procedimientos apropiados a la situación cuando se deba aprender o enseñar cosas nuevas.
Estrategias de aprendizaje: entender las consecuencias de la nueva información para resolver problemas actuales o futuros y tomar decisiones.
Originalidad: la habilidad de generar ideas inteligentes, creativas y diferentes sobre un tema o situación o para resolver un problema.
El desarrollo de estas “habilidades blandas” (“soft skills”) debiera comenzar desde temprana edad como parte del sistema educativo, para que además de contenidos enciclopedistas los jóvenes adquieran herramientas para desempeñarse en un entorno complejo, paradójico, cambiante y entrelazado.
Mejorar la empleabilidad es, además de la formación para el empleo, el empoderar a los trabajadores de manera que sepan reorientar sus vidas ante la pérdida de su actual puesto de trabajo y, en el marco de la coyuntura, estar en condiciones de transitar la búsqueda de un nuevo empleo sin dilapidar su futuro. 
Los efectos de las crisis social y económica que sobrevendrán a la crisis sanitaria tendrán un fuerte impacto sobre el nivel de ocupación y llevará años recuperar niveles satisfactorios de desarrollo humano (pobreza, desocupación y otros índices se deteriorarán antes de comenzar a recuperarse). 
Si algo hemos aprendido de otros períodos críticos anteriores que hemos transitado en Argentina (v.gr.: privatizaciones de los años ’90, crisis del 2001, etc.) es que si los trabajadores tienen garantizada la continuidad de sus ingresos y la seguridad de un puesto de trabajo, es más probable que realicen el esfuerzo de participar de espacios de aprendizaje y capacitación profesional. Por el contrario, cuando las preocupaciones diarias son las suspensiones rotativas, la pérdida del puesto de trabajo y la insuficiencia de la remuneración para satisfacer las necesidades familiares se vuelve superfluo cualquier oportunidad de invertir tiempo y esfuerzo en capacitarse porque lo más urgente a resolver es conseguir el alimento cotidiano.
Otra enseñanza que no debemos olvidar de esos tiempos de crisis es que una indemnización por despido, por más tentadora que suene al momento de percibirla, no asegura la futura empleabilidad en un contexto turbulento e incierto (v.gr.: proliferación del cuentapropismo que satura sectores que apenas aseguran subsistencia como videoclubes, canchas de paddle, parripollos o maxi kioscos). Sumado a ello, en situaciones de hiperinflación las sumas percibidas rápidamente se licúan arrojando a los desempleados a una situación de conflicto agravado.
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Saludos a todos, Rodrigo

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